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Enviado por Kaled Quesada el Mié, 10/12/2025 - 22:18

Las nuevas generaciones no quieren destruir el trabajo… quieren arreglarlo

Las nuevas generaciones no quieren destruir el trabajo… quieren arreglarlo

 

El futuro del liderazgo ya no es una apuesta lejana: es una confrontación activa entre legados consolidados y nuevas formas de entender el trabajo. Estamos ante una de las transiciones más disruptivas de la historia organizacional, donde cinco generaciones comparten el mismo espacio laboral, pero con códigos diferentes de propósito, éxito y poder. En este choque de visiones no hay ganadores por edad, sino por adaptabilidad porque en esta nueva era el liderazgo no se mide por los años recorridos, sino por la capacidad de crear puentes entre el ayer y el mañana.

En un contexto empresarial donde la tecnología avanza más rápido que la cultura, las empresas ya no compiten por productos, sino por talento que entienda el tiempo. Las generaciones emergentes no solo buscan trabajar, quieren influir, transformar y encontrar sentido. Según Deloitte (2024), el 86% de la Gen Z no se siente atraída por empleos, sino por misiones con propósito. Esto implica que el liderazgo 4.0 no es un estilo de dirección, es una reforma cultural profunda que redefine cómo se construyen las organizaciones del siglo XXI.

Las viejas estructuras jerárquicas, basadas en autoridad y antigüedad, han perdido efectividad en un mercado que demanda agilidad y colaboración transversal. Hoy, el liderazgo no se impone desde el poder, sino que se construye desde la conexión. Como bien lo expone Juan Luis Moreno de The Valley: “El líder debe ser más humano y tecnológicamente conectado.” En otras palabras, ya no basta con saber dirigir: hay que saber escuchar, integrar y desaprender.

La propuesta del Liderazgo 4.0 se erige sobre tres pilares fundamentales:

  • Redes humanas, donde la inteligencia colectiva sustituye al control vertical.
  • Competencias híbridas, que fusionan habilidades digitales con empatía y comunicación efectiva.
  • Innovación continua, entendida no como un proyecto, sino como un ADN cultural.

Este nuevo rostro del liderazgo se refleja con claridad en las organizaciones que han abrazado una cultura horizontal, inclusiva y flexible, impulsada por líderes menores de 35 años. Estudios de Harvard Business Review demuestran que las empresas con liderazgo intergeneracional diverso tienen un rendimiento un 33% superior respecto a sus competidores tradicionales.

Pero esta transformación no está exenta de tensión. Las generaciones consolidadas valoran la lealtad, la resistencia y la jerarquía; mientras que las emergentes priorizan el bienestar, la flexibilidad y el aprendizaje continuo. Una cree que el trabajo se honra soportando, la otra que se dignifica transformándolo. Esta tensión no es señal de debilidad organizacional, sino de oportunidad estratégica.

Desde una perspectiva práctica, los datos son contundentes:

  • Los equipos intergeneracionales bien integrados duplican su productividad.
  • Incrementan la innovación en un 78%.
  • Mejoran la retención del talento en un 65% cuando existe respeto mutuo (US/UK Workplace Study, 2024).

Sin embargo, para que estas cifras se traduzcan en resultados sostenibles, ambas generaciones deben asumir responsabilidades. La generación consolidada debe soltar el manual del “así se hacía” y convertirse en mentora estratégica, más preocupada por facilitar el futuro que por custodiar el pasado. Su rol ya no es proteger la tradición, sino reinterpretarla a través del diálogo, la empatía y el legado sostenible.

Por su parte, la generación emergente debe demostrar que el futuro no se hereda, se merece. Cuestionar sin destruir, proponer sin despreciar, y sobre todo, construir reputación con resultados. Su talento disruptivo debe ir acompañado de resiliencia adaptativa y responsabilidad colaborativa.

El verdadero conflicto, no es que los jóvenes exijan mejores condiciones, sino que las generaciones que las conquistaron no saben cómo reaccionar cuando alguien las usa sin pedir permiso. Esta frase resume la paradoja central del liderazgo actual: el cambio que traen las generaciones emergentes no duele por lo que trae, sino por lo que cuestiona.

El liderazgo del futuro será híbrido o no será. Quien no entienda la gestión intergeneracional como una ventaja estratégica, quedará atrapado en una nostalgia corporativa que ya no tiene lugar. La tecnología puede ser acelerador, pero solo la integración humana será el verdadero motor de transformación. Hoy más que nunca, liderar es saber ceder, integrar y evolucionar.

Este contenido fue desarrollado por PhD. Álvaro Rojas, Mastermind de la Facultad de Empresariales y Hospitalidad de la Universidad Latina de Costa Rica.

Referencias
  • Deloitte. (2024). Global Gen Z & Millennial Survey.
  • Harvard Business Review. (2023). The Business Case for Intergenerational Leadership.
  • US/UK Workplace Study. (2024). Intergenerational Teams and Organizational Impact.